
El 24 de junio, el pueblo lo recibe, con gran alborozo, campanas al vuelo, saludo a los niños...Gianelli, se presenta al pueblo y les dice: "Un párroco no es otra cosa, sino un padre de una gran familia, él tiene que regirla, gobernarla y nutrirla, sobre todo en el espíritu, pero como padre de los pobres y como primer custodio del Templo y del Altar...para converger a tan alto fin ora y predica el Evangelio..." Allí, su devoción a MARÍA, llegó a su más alto grado, junto al Santuario de la Virgen del Huerto, a ella acudía a cada instante y pone en ella su confianza.
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